F) ¿Cómo construir una sociedad de lo suficiente?
De lo dicho se desprende que la frugalidad o austeridad de vida aparece como absolutamente necesaria para la supervivencia material y social del género humano. Incluso los líderes de partidos materialistas marxistas lo reconocen así:
"La austeridad no es un mero instrumento de política coyuntural para resolver dificultades pasajeras: es el medio de llegar a la raíz - y poder cimentar la solida reedificación- de un sistema que padece crisis estructural de fondo, y no solamente coyuntural. Un sistema cuya marca distintiva es el despilfarro, el derroche, el consumismo más desenfrenado. La austeridad aporta un nuevo cuadro de valores: rigor, eficacia, seriedad, justicia, ...Una política de austeridad, de rigor, de guerra al derroche, es una necesidad inexcusable para todos y la palanca con la que hemos de impulsar la gran lucha por la transformación general de la sociedad o de las ideas sobre las que está edificada esta sociedad".
¡Cuánto más pudiera decir quien analiza con criterios y medidas evangélicas la sociedad actual! Todos admiten la necesidad de hacer algo eficaz, cosa que no podrá hacerse sin grandes sacrificios. Pero ¿quién está dispuesto a hacerlos? Nadie hace nada, porque no se tiene una motivación suficientemente fuerte y persuasiva, a la altura del sacrificio que que exige hacerse más frugal.
El pobre dice: "¡qué empiecen los ricos, demasiada frugalidad me ha tocado hasta ahora!"
El rico dice: "¿por que he de sacrificar yo lo que legítimamente tengo? No conduce a nada si no lo hacen los demás. ¿Qué ellos empiecen y veremos!"
Y así, nadie hace nada.
Así como para crear la "sociedad de consumo" se comienza creando y aducando al "homo consumens", su elemento base, de la misma manera para crear una sociedad justa y equilibrada con posibilidades de pervivencia, hemos de comenzar creando el "homo serviens" que se sienta hermano de los demás y solidario de todos.
Al "homo consumens" egocéntrico, egoísta más obsesionado por el "tener" que por el "ser" , esclavo de las necesidades que el mismo se crea, insatisfecho y envidioso, y cuyo único principio moral es acumular beneficios, se opone el "homo serviens" que no aspira a tener más, sino a ser mejor, a desarrollar su capacidad de servicio a los demás en solidaridad, con un moderado concepto de lo que es "suficiente" .
Nuestra primera obligación, como religiosos, será hacernos "homines servientes" que viven con lo suficiente.