En enero de 1999, Evan Williams y Meg Hourihan fundaron Pyra Labs, la compañía que, en agosto de ese mismo año, puso Blogger a disposición de los usuarios. El relativo éxito de la compañía con su lanzamiento quedó completamente desdibujado cuando cuatro años después, en febrero de 2003, Google adquirió Pyra Labs y provocó la explosión del fenómeno blog, haciendo que millones de usuarios se iniciasen en algo que hasta ese momento había estado reservado a aquellos privilegiados con conocimientos de programación: la publicación en la web. Los blogs convertían la tarea de publicar en la web en algo al alcance de todo el mundo, sin necesidad de saber manejar HTML o gestionar un proveedor de hosting. Sin duda, los blogs jugaron un papel fundamental a la hora de hacer que millones de personas cambiasen la actitud habitual que tenían cuando estaban delante de una pantalla: pasar de absorber contenidos de forma unidireccional a crearlos uno mismo y enviarlos seguidamente a la red con un simple clic en el botón “Publicar” fue algo que cambió para siempre la fisonomía de la red, convirtiéndola en un entorno radicalmente distinto al que habíamos empezado a conocer durante la segunda mitad de la última década del siglo anterior. De la noche a la mañana, la red se pobló de todo tipo de opiniones, comentarios, textos mejor o peor escritos, fotografías… algunos lo denominaron “la venganza de los amateurs”: cualquier persona con capacidad para hablar de un tema determinado, simplemente porque sentía pasión por él y eso le llevaba a aprender y documentarse, podía poner sus escritos al mismo nivel que los antes denominados “profesionales”. La motivación pasional, por encima de la económica. Y entremezclado, todo tipo de contenido, con o sin valor, con o sin trascendencia, ríos de contenido para audiencias que, en muchos casos, no iban más allá de un puñado de personas. Para los incapaces de trascender más allá de la realidad física, aquello era la peor de las pesadillas: tanto contenido haría imposible extraer nada relevante de la web. La tozuda realidad demostró rápidamente la falsedad de esos miedos. En la web social, los contenidos relevantes para cada uno de nosotros afloraban con toda facilidad mediante el simple uso de un motor de búsqueda convertido en señal de los tiempos, Google, que aplicaba precisamente a la búsqueda una base social, un razonamiento aparentemente circular: la de considerar que algo era relevante cuando otros lo vinculaban desde sus páginas porque pensaban que era relevante. La irrupción de los blogs no fue en absoluto un fenómeno aislado. En 2002, Jonathan Abrams y Cris Emmanuel crearon Friendster, y dieron lugar a la explosión de un fenómeno que continuó con empresas como MySpace, Orkut, Facebook y muchas más.
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