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martes, 15 de febrero de 2011

LOS EUROINGENIEROS, según ICCP JAVIER RUI-WAMBA MARTIJA

LOS EUROINGENIEROS, DE JAVIER RUI-WAMBA MARTIJA (COLEGIADO ICCP Nº 2.448) en la Voz del Colegiado nº 320, de Noviembre 2008
Me estoy refiriendo a un colectivo que se ha ido gestando en las últimas décadas y a los que (Pipo Medem sabrá disculparme…) podríamos denominar “euroingenieros”: ingenieros que sólo se preocupan por el euro. Las biografías de muchos de ellos tienen trazos comunes. Habiendo sido estudiantes distinguidos fueron seleccionados y contratados, en las propias Escuelas, por algunas de las grandes empresas constructoras que les encaminaron a alguna obra en donde, de hecho, se fueron iniciando en una profesión nueva. Poco a poco, a veces rápidamente, fueron despreocupándose de cuestiones técnicas y centrándose en la producción. Sólo un porcentaje de ellos manifestó el talante adecuado para, tras superar sucesivos filtros, ser colocados al frente de una obra. Con un objetivo primordial y fácilmente medible: que la obra asignada a nuestro joven ingeniero tuviese beneficios. A cualquier precio. La técnica para conseguirlo —profundamente arraigada en la “cultura” de la empresa— consiste en modificar el proyecto, contratado con bajas inverosímiles, utilizando recursos de todo tipo para lograrlo, generando dudas sobre su viabilidad y proponiendo soluciones salvadoras, que cuestan más que las contratadas y que, por otra parte, se imponen porque, tras el proceso en cuestión, sólo queda tiempo para construir el proyecto modificado. Éstos son algunos rasgos de la nefasta “cultura del modificado”, retrógrada, deshonesta, antiinnovadora y genuinamente celtibérica.
Nuestros euroingenieros se hacen así con el poder de liderar la redacción del proyecto modificado, minusvalorando la dificultad de proyectar y sobrevalorando su capacidad para hacerlo.
Su labor, de hecho, consiste en trocear el proyecto, con objeto de poder distribuirlo entre subcontratistas que se harán cargo de su ejecución fraccionada, que llevarán a cabo en unos plazos brevísimos y con unos costes reducidísimos, si los comparamos, sobre todo, con los que les abonará el cliente, generalmente institucional, tras la brillante negociación al alza del presupuesto contratado. Al conseguirlo, nuestro euroingeniero sentirá la satisfacción del deber cumplido y, sobre todo, tendrá unos atractivos ingresos adicionales a los de su razonable salario, en forma de porcentaje sobre los beneficios obtenidos en la obra. Porque los euroingenieros que se precien van al “descorche”. Preocupados en cuerpo y alma por los beneficios para su empresa van olvidando las cuestiones técnicas que son poco o nada relevantes para sus propósitos.  La consecuencia es que cada año que pasa reducen el saber aprendido en la Escuela: saben lo que sabían, menos lo que van olvidando.Y acaban olvidando casi todo.Y en algunos casos exacerbados, que se suelen encontrar entre quienes han progresado más en sus empresas, acaban despreciando el saber ingenieril.
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LAS OBRAS PÚBLICAS SÓLO SE PUEDEN COMPRENDER DESDE UNA ACTITUD DE SERVICIO; 
LAS OBRAS PÚBLICAS SON OBRAS PARA SU UTILIZACIÓN POR TODOS, Y ESTÁN AL SERVICIO DE TODOS.

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