Un campesino y su hijo, caminaban juntos en un día de verano, cuando el padre dijo al muchacho: “Mira, recoge esta herradura que está tirada a orilla del camino.”-¡Bah!, respondió el chico, ni vale la pena agacharse, no vale ni 1 euro.
El padre la levantó y se la guardó en el bolsillo. En la primera aldea del camino la vendió por 0,5 €, y compró 1 kg de cerezas.
El clima era seco y el calor insoportable. El muchacho abría la boca para aspirar aire que aliviar la sequedad de su garganta. El padre, entonces, dejó caer al suelo descuidadamente una cereza. El muchacho la recogió rápidamente y se la llevó a la boca. Después el padre fue dejando caer cereza tras cereza, que el muchacho recogía con ansiedad. Cuando se acabaron todas, se volvió el padre a su hijo y le dijo: Si te hubieras agachado una sola vez para recoger la herradura, no te hubieras tenido que agachar más de 20 veces para recoger las cerezas.
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