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domingo, 19 de diciembre de 2010

3 Poemas de Francisco de Aldana

           Reconocimiento de la vanidad del mundo,              de Francisco de Aldana
           En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
           tras tanto variar vida y destino,
           tras tanto, de uno en otro desatino,
           pensar todo apretar, nada cogiendo,
           tras tanto acá y allá yendo y viniendo,
           cual sin aliento inútil peregrino,
           ¡oh, Dios!, tras tanto error del buen camino,
           yo mismo de mi mal ministro siendo,
           hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
           del mundo es lo mejor que en él se asconde,
           pues es la paga dél muerte y olvido,
           y en un rincón vivir con la vitoria
           de sí, puesto el querer tan sólo adonde
           es premio el mismo Dios de lo servido.

           Mil veces callo que romper deseo              de Francisco de Aldana           
           Mil veces callo que romper deseo
           el cielo a gritos, y otras tantas tiento
           dar a mi lengua voz y movimiento,
           que en silencio mortal yacer la veo.
           Anda cual velocísimo correo
           por dentro el alma el suelto pensamiento
           con alto y de dolor lloroso acento,
           casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.
           No halla la memoria o la esperanza
           rastro de imagen dulce y deleitable
           con que la voluntad viva segura:
           cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,
           muerte que tarda, llanto inconsolable,
           desdén del cielo, error de la ventura.

           Otro aquí no se ve que, frente a frente          de Francisco de Aldana
           Otro aquí no se ve que, frente a frente,
           animoso escuadrón moverse guerra,
           sangriento humor teñir la verde tierra
           y tras honroso fin correr la gente.
           Este es el dulce son que acá se siente:
           "¡España, Santiago, cierra, cierra!"
           y por süave olor, que el aire atierra,
           humo que azufre da con llama ardiente.
           El gusto envuelto va tras corrompida
           agua, y el tacto sólo apalpa y halla
           duro trofeo de acero ensangrentado,
           hueso en astilla, en él carne molida,
           despedazado arnés, rasgada malla:
          ¡oh sólo de hombres digno y noble estado!

           FRANCISCO DE ALDANA       http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Aldana
           Francisco de Aldana (Nápoles, 1540 - † Alcazarquivir [Marruecos], 4 de agosto de 1578) fue un militar español y uno de los más importantes poetas del siglo XVI, en la segunda fase delRenacimiento español.  Nació en Mallorca en 1537. Su juventud la pasó en Florencia, entregado al estudio de las lenguas clásicas y de los autores de la antigüedad, de los que llegó a ser un buen conocedor; es uno de los representantes del neoplatonismo en la poesía española. Como poeta fue tan alabado  en su época que le llamaron el Divino por el mismo Cervantes de Saavedra, quien lo nombra en su obra de la Galatea y "símbolo del Renacimiento"  por los creadores del Diccionario, quienes lo hicieron figurar entre la Autoridades de la Lengua. Se consagró a la carrera militar, como su padre Bernardo de Aldana, que no tardó pronto en detestar ansiando la vida contemplativa, y combatió como capitán en San Quintín, donde tuvo una actuación destacada, tanto que el rey Carlos I de España lo mencionaría por su valor; y, ya general de Artillería, fue enviado a  Flandesen 1572 bajo el mando de don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, hermano del duque de Alba; durante el sitio de Harlem, donde fue herido por un mosquetazo en un pie. Residió en la corte de los Médicis en Florencia, donde concluyó su formación. De vuelta en España, fue alcalde del castillo de San Sebastián y un gran consejero y amigo del rey, Felipe II de España. Puesto por el rey al servicio del rey de Portugal Don Sebastián, sobrino de Felipe II. Francisco de Aldana, junto a Diego de Torres, fue el encargado de llevar a cabo la  exploración del territorio marroquí, disfrazado de judío, labor que hizo en dos meses. Francisco, conocedor de casi una docena de lenguas,  no tuvo problemas para desempeñar esta difícil misión. Murió el 4 de agosto de 1577 luchando contra los musulmanes en la batalla de  Alcazarquivir, como general de la infantería de la expedición de Don Sebastián, aunque había desaconsejado esa empresa y estaba a disgusto  con la idea.

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