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lunes, 25 de abril de 2011

EL COCHE Y EL TRANSPORTE, según Santiago Niño Becerra


Ya se está hablando, abiertamente, de guerra al automóvil en las ciudades: por la contaminación. Pienso que el tema no es ese, sino la eficiencia. Ya lo hemos dicho: no es eficiente que unas cantidades de acero, de aluminio, de plástico, de textiles, de cristal, de lubricantes, de líquido hidráulico, de energía, se subutilice constante y reiteradamente, nunca, jamás, pero mucho menos hoy y nada mañana.
Durante décadas se ha supuesto que las cantidades disponibles de commodities eran ilimitadas y su precio bajo, de hecho esa ha sido una de las dos patas sobre las que nuestro modelo se ha sustentado (la otra, una capacidad de endeudamiento quasi-eternamente creciente), ahora se sabe que eso no es así, pero se continúa actuando como si lo seriese, el ejemplo: la guerra al automóvil.
Si se hace pagar por acceder a las ciudades, si se peajizan carreteras y autovías, si aumentan impuestos sobre combustibles, si crecen las tasas por el uso del auto, y, a la vez, se continúa vendiendo la idea de que el sueño de todo humano que se precie es poseer un Aston Martin Virage aunque se subutilice hasta lo inimaginable en cualquiera de los aspectos que pueda subutilizarse, se recaudará más, pero el problema continuará siendo el mismo: malgasto y desperdicio de recursos, y pienso que los tiros no van a ir por ahí.
¿Reducir y acabar con la contaminación?, eficiencia. Gastar mejor lo que se gasta, gastar menos de lo que se gasta en aquello que sea necesario gastar, gastar bienes más sofisticados pero, a la vez, más baratos, que sustituyan a otros menos eficientes y, también, más caros. Ese, pienso es el camino. En temas de transporte eso significa moverse lo que sea necesario moverse, donde haga falta moverse, para hacer aquello que sea necesario hacer, y en un escenario así, adquirir -a crédito, naturalmente- un automóvil para que sea utilizado al día, de media, 1,5 horas por 1,1 personas, como que no.
Ya: el ‘vehículo eléctrico’, pero, ¿qué es un coche eléctrico sino un coche normal que utiliza otro combustible?. Si mañana, por arte de magia, todos los automóviles fuesen eléctricos, ¿mejoraría en algo la eficiencia en el transporte por carretera si se continuasen utilizando éstos con idénticas pautas de utilización que ahora?. Se reduciría la contaminación, claro, la de gases, y la sonora, pero el desperdicio de recursos, ¿en qué se mejoraría?.
Apostar por el vehículo eléctrico, al margen de que para su adquisición es preciso recurrir al crédito, como sucede con el actual, significa continuar funcionando con idéntica filosofía que hoy en día: el desplazamiento-de-todos-para-todo, también significa seguir admitiendo que el transporte individual es la mejor opción de transporte posible. Ambos supuesto pienso que han dejado de ser válidos.
Pienso que nos dirigimos hacia un lugar en el que los desplazamientos se reducirán a aquellos casos en que sean necesarios, y un gran número de éstos se realizarán por medio de transporte colectivo, un transporte que utilizará como combustible lo que sea: la electricidad o la materia obscura, un transporte que no contaminará, no; un transporte que, además, no desperdiciará ni infrautilizará recursos.
Y sí, la generación de PIB se verá afectada, pero eso es algo que tendrá que resolverse, o no.

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