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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Encuesta. ¿Que opináis?. La Independencia de Cataluña.


Otro amigo me comenta, en este tema tan delicado:
Aparte de la claridad y amplitud de la exposición anterior, me temo otras cosas.
Algunas de ellas:
que Cataluña quiera que para la Secesión, el resto del Estado sea el "PagaFantas" de la fiesta de la Ruptura, 
que Cataluña  quiera quedarse con las joyas de la Corona, ( Repsol, Gas Natural, las Caixas y Bancos Catalanes, etc..) construidas en muchos casos con piezas integradas del resto de España
que Cataluña quiera recolectar las ganancias de las grandes compañias que operan a nivel de toda España y que como es el caso de la alimentación, tienen su sede en Barcelona. ( El sello de los yogures Danone me dice que están fabricados en Pontevedra, pongo por caso, pero la sociedad está en Barcelona; se que no es buen ejemplo, por que la Danone es francesa).¿Utilizan las ganancias de estas compañias para su famosa reivindicación de desequilibrio fiscal?

De siempre he pensado que enmarañado dentro de los nacionalismos está el ansia de poder de unos grupos/personajes, que como el Visir Iznogoud (¿os acordáis del comic?) quería ser Califa en lugar del Califa, y para ello hacía todas las trampas que fuese preciso, 
 

Un amigo me comenta con detalle y precisión y se lo agradezco de verdad:
Esperaba ya hace tiempo esta pregunta, pero como verás, la respuesta no es pacífica (en el sentido literario quiero decir), pues hay que definir antes muchísimos conceptos. El primero de todos, y la respuesta no es nada evidente, ¿qué es Cataluña? ¿Qué territorios comprende? ¿Son todos los territorios homogéneos? La respuesta es compleja, y con miles de detalles históricos contradictorios y contraproducentes entre sí. ¿Damos por bueno el resultado de la división en provincias con sus respectivas lindes hecha en el siglo XIX? ¿Y los del Tratado de Paz de los Pirineos? El lío está servido.
La segunda pregunta, todavía más compleja, que emana directamente de la anterior es: ¿quienes son catalanes? Esto aún tiene más miga, pues en función de la respuesta se darían situaciones incluso surrealistas; si decimos que sólo los nacidos en Cataluña, habría casos como el de Duran Lleida que no podría votar en ese hipotético referendum, tampoco José Montilla (anterior presidente de la Generalidad, nacido en Iznájar), o el de mi tía que vive en Asturias desde 1945 (nacida en Barcelona en 1938) que sí podría hacerlo, o un hijo de pakistaníes, nacido en Sabadell, que también sería elector. Definir el derecho a sufragio sería todavía más complejo que el famoso referendum del Sáhara Occidental al que Marruecos pone todas las objeciones que quiere y puede. Lío mayúsculo en cualquier caso.
La tercera pregunta es definir ¿qué es independencia?y de qué se dejaría de "depender". Tanto si miramos la definición castellana en el diccionario de la RAE como la catalana del DIEC, la palabra independencia es tan liviana que da lugar a muchas interpretaciones. Los conceptos de tributario o de sometimiento a la autoridad de otro (castellano y catalán, respectivamente) no reflejarían la situación real, política y jurídica actual entre Cataluña y España, si pudiéramos considerarlos entes abstractos y susceptibles de división como elementos de un conjunto matemático. Una palabra que por su definición puede reflejar mejor la situación de los manifestantes del pasado once de septiembre es la deautodeterminación, que es la acción por la cual un pueblo (en sentido amplio) o unidad territorial (según la RAE) decide libremente su futuro político. Esto nos aproxima más a las pretensiones nacionalistas de una parte de la población residente en Cataluña, pero la ignorancia colectiva surgida por la manipulación, hace que ni siquiera se puedan tener mínimamente claros los conceptos. Esto es grave, y lo peor es que nada apunta a que la situación de conocimiento y sensatez mejoren.
Siguiendo con el concepto de decisión libre de futuro político, hay un vicio formal muy importante en ese eventual referendum, pues el que haya que votar sí o no induce a un sesgo muy importante en el convocado a las urnas. En sentido estricto y técnico, para evitar el sesgo, la pregunta debería ser la decisión entre dos o más opciones claras y definidas. No se puede decir sí o no a una independencia sin saber bien a qué compromete el asunto. Por eso una situación de equilibrio sería una elección entre dos textos (constituciones, estatutos, tratados, etc.) y una tercera opción que sería el mantenimiento del statu quo actual, sin perjuicio de que éste se pueda mejorar.
La situación surgida del recuento podría ser absolutamente imposible de poner en marcha, pues se podría dar un resultado tipo Bosnia-Herzegovina, pues puede haber resultados muy dispares por comarcas, poblaciones y barrios.¿Qué hacer si Ripoll dice preferir un estado catalán y Balaguer defiende ser territorio español? ¿Y si en Pedralbes (Barcelona) gana el independentismo y en La Mina (Barcelona) gana el seguir como estamos? ¿La mitad más uno es un porcentaje democrático para todos? ¿Que participación daría por bueno el resultado? Todo esto es un lío monumental, que lo que produce es mucho hastío.
Después de este proceso de aclaración, deberían venir las cuestiones vidriosas de verdad, pues al fin y al cabo se plantea un divorcio sin mutuo acuerdo, con hijos comunes, bienes comunes y deudas comunes. De entrada, el proceso de divorcio es caro, complejo, largo y dejaría secuelas muy difíciles de eliminar. Dicho esto, una independencia o es completa o es un pasteleo. Todo apunta a que el 11 de septiembre hemos visto un pasteleo sublime. Si uno quiere ser un estado, ha de tener todos los órganos que modernamente lo componen. Por ejemplo, un ejército, una política exterior, la pertenencia a la ONU, un sistema financiero propio (una Banca Catalana, pero no sé si acabo de pisar un callo de ignominioso recuerdo reciente), coherente con lo que se decide. Decir que Cataluña no va a tener ejército ya es de una independencia "light", pues podría levantar sarpullidos (dentro de Cataluña) lo de llamar a filas a Terços de Miquelets, Escamots d'Almogàvers y una ampliación de funciones de los Mozos de Escuadra (creados por Felipe V, manda ous) para defensa operativa del territorio. Esto llevaría a una no pertenencia a la OTAN, y seguramente a una indisponibilidad de no presencia en órganos fundamentales de la ONU, pues no habría "Cascs Blaus Catalans". La política exterior tendría que ser necesariamente hipersurrealista, pues querer ser miembro de la UE acarrearía problemas de inconsistencia bastante severos. Algunos ejemplos: la delegación permanente ante la UE estaría en Bruselas, pero habría embajada en Flandes, otra en Valonia y otra en Bélgica? ¿Una en Milán (Lombardía), otra en Nápoles (por razones históricas), otra en Roma y otra en el Vaticano? ¿Una en Vancouver, en Ottawa (por si acaso) y en Montreal?La relación con el Reino Unido sería ya lo más de lo más, pues a la vez tendrían que defender el statu quo, la reunificación de Irlanda, la separación de Escocia y Gales, y en el colmo del surrealismo, la recuperación de Gibraltar (por razones históricas) para ¿Cataluña? ¿para España? Me temo que la incorporación de Cataluña en la UE sería muy compleja, pues puede ser un elemento discordante peligroso. Todo ello sin haber hecho la ronda de votaciones por los 27 estados miembros actuales.
Me queda una pregunta compleja en el aire, pues en el supuesto de que haya una escisión territorial en un estado miembro de la UE, ¿se queda fuera de la UE todo el estado anterior o sólo el territorio escindido? La respuesta es compleja, pues por ejemplo, supondría una modificación de facto no del todo prevista en el tratado de Lisboa (salvo para la escisión de Baviera de Alemania), y los votos que corresponden a cada estado miembro. Habría que hacer necesariamente un nuevo reparto, lo que daría muchos problemas e imprevistos muy farragosas. Me atrevo a pronosticar que Cataluña saldría muy mal parada en este asunto.
 La historia lo deja muy claro con el resultado del Tratado de Utrecht; Cataluña en su aventura salió muy trasquilada y abandonada por sus socios extranjeros. El problema es desconocer u olvidar la historia; no se vuelve a acertar cuando hubo éxito, y se cae torpemente en los mismos errores, incluso aumentados.
Del tema financiero dos apuntes muy breves pero muy importantes. Ser un estado supone un gasto público muy fuerte con el que no sé si alguien ha echado cuentas; convertir Cataluña en un estado moderno supondría un incremento impositivo fuerte sobre los catalanes. ¿Seguro que todo el mundo lo aprueba y lo tiene claro? La revuelta de los catalanes contra Napoleón y José I fue por un motivo tributario, luego vino el timbaler del Bruc y los Voluntarios Catalanes. Otra vez la historia a vueltas. El otro apunte es el de la salida del euro, y creo que también de lo que quede de España, pues habría que reconvertir toda la estructura financiera a la nueva situación. Esto enlazaría con lo de los costes del divorcio, y la dificultad del referendum, pues ya vincula a más electores, aparte de los convocados en Cataluña. Vamos, como que no conviene a nadie, empezando por Alemania.
Quedan las cuestiones de segundo orden. Sí, el fútbol entre ellas. Querer esa independencia pero seguir jugando en la Liga es bastante patético. Claro, es una forma de jugar la UEFA y la Champions evitando al Real Madrid, o permitir que el Gramenet juegue la supercopa. Es grotesco, paleto y muestra de provincianismo y cortedad de miras de lo más chusco.
También creo que es un error las pataletas típicas de votar no a la integración en la UE de Cataluña, cerrar líneas férreas, bloquear fronteras y otras artimañas bastante infantiloides. En la propia petición viene el castigo. Del "Madrid ens roba" se pasaría al "Brusel·les ens confisca", pues Cataluña estaría por encima de la media de la UE, y pasaría a ser un contribuyente nato, para ayudar a otros territorios (Andalucía, Extremadura, ...) que eran los que presuntamente robaban, pero esta vez a través de la UE. Como negocio, es hacer un pan como unas obleas. Como esta, un ciento de sin sentidos.
Lo grave, y que hay que evitar a toda costa, es la repetición de hechos como los del 6 de octubre de 1934, donde hubo derramamiento de sangre, reparto de armas entre el pueblo y una notoria ausencia de sentido común. Conozcamos bien la historia para no repetir errores, que ahora podrían ser mucho más graves.
Las palabras del Rey Juan Carlos I, por generalistas e imprecisas, pueden quedar en la nada. Probablemente es el que no tendría que decir nada, pues al fin y al cabo es el que llevó el timón de la nave a estos arrecifes desde julio de 1975, por aquello de la regencia y la enfermedad del jefe del Estado. Recordemos sus palabras sobre el Sáhara estando Franco vivo, y el resultado de todo ello estando todavía caliente el cadáver. Una salida en estampida, que estuvo a punto de causar un problema civil y militar serio con la repatriación súbita a Fuerteventura. En otro sitio hubiera sido juzgado por alta traición. El rey, mejor calladito.


Mi opinión es la siguiente:
En 2012 en el Sur de Europa, formar un Frente Popular de Descontentos uniendo las Masas (socialistas, anarquistas, ...) con la Burguesía Catalana (capitalistas, insolidarios, ...) me parece Reaccionario y Primitivo, sobretodo estando en la Europa de 2012 que busca Soluciones de Futuro y que puede no apetecer la formación de Frentes que debían estar en el Cementerio de la Historia.
Se plantea una pregunta muy importante
¿Se puede confiar en los Catalanes?.
Cada uno tiene que responder a esta pregunta. 
A esta pregunta, siguen:
 ¿Retirada de Fábricas de Cataluña al Exterior?
¿No Compra de Productos Catalanes en Mercado de España?  
¿Cierre de Línea Alta Velocidad FFCC entre Zaragoza y Lérida?
¿Suspensión Obras entre Barcelona y Port-Bou del AVE FFCC?



El Rey ha dicho:
http://www.casareal.es/ES/Paginas/home.aspx
2 Cosas Fundamentales:
La primera es que solo superaremos  las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido.

La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva.

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