La crisis económica ha puesto de manifiesto el exceso de grandes infraestructuras. ¿Debe ser España el país del mundo con más kilómetros de alta velocidad y el europeo con más autovías?
POR JAVIER OTERO (artículo aparecido en la revista TIEMPO en Julio de 2010 el 23/07/10)
España es el país del mundo que tiene más kilómetros de ferrocarril de alta velocidad (2.230 en servicio) y el primero de Europa con más autovías (alrededor de 14.000 kilómetros). Los años de bonanza propiciaron un afán constructor que ahora, con la crisis económica, se ha revelado como excesivo, ya que han quedado al descubierto obras faraónicas de dudosa utilidad. ¿Estaba justificado ese gasto en el segundo país con más paro de la Unión Europea? El Gobierno parece tener cada día más claro que España ha vivido por encima de sus posibilidades, por eso el ministro de Fomento, José Blanco, trabaja ya en un plan para eliminar proyectos ruinosos y concentrar el esfuerzo en aquellas obras que de verdad merezcan la pena. “Hemos hecho una planificación de la obra pública por encima de las necesidades de nuestro país”, admitió recientemente Blanco en el Congreso de los Diputados. “La genial idea de prometer a todas las capitales de provincia españolas que tendrían tren de alta velocidad” se ha terminado, afirmaba en el mismo debate el diputado de CiU Pere Macías. Algunas cifras dan una buena medida de la situación: desde una línea de AVE que se ha suprimido recientemente y que sólo tenía un promedio de ocupación del 5%, a los 373.000 kilómetros al año que hace un tren de alta velocidad español frente a los 632.000 que hace otro francés. El vigente Plan de Infraestructuras prevé “la barbaridad de construir autovías paralelas a autopistas en corredores no congestionados”, según el diputado Macías. La autopista de peaje Madrid-Toledo, que entró en funcionamiento en 2007 y que lleva invertidos 400 millones de euros, no consigue más que la octava parte de los ingresos por peaje establecidos en la concesión administrativa. Los dueños de la autopista culpan a la competencia que les hace una nueva autovía paralela en parte del trazado y a que no se haya construido la autopista Toledo-Ciudad Real-Córdoba, de la que esperaban recibir tráfico. El resultado es que la empresa ha pedido al Tribunal Supremo que el Estado se haga cargo de las pérdidas, que alcanzan los 28,8 millones de euros. Curiosamente, la autopista Toledo-Ciudad Real-Córdoba es uno de los proyectos señalados por las asociaciones ecologistas en un informe sobre las que se encuentran menos justificadas por el tráfico previsto. En total suponen un gasto de 8.423 millones de euros y eso que sólo lo calculan sobre las diez que, además de tener poco tráfico, tienen un impacto ambiental negativo. El ministro, por su parte, se resigna a que las obras que ya están comenzadas tengan que acabarse, pero admite que buena parte de ellas no se corresponden con los criterios de eficiencia, competitividad ni, en algunos casos, de cohesión territorial, aunque paradójicamente ha prometido agilizar los trámites de proyectos como el citado anteriormente. Y Blanco ya advirtió que habrá que hacer proyectos más baratos y quizá no ver las infraestructuras como obras de arte. Los ecologistas señalan que estas autovías no llegan al nivel de tráfico (al menos 10.000 vehículos diarios) que el propio Ministerio maneja como indicador para desdoblar o construir una nueva carretera. Además, recuerdan que España gasta el triple que Alemania en infraestructuras en relación con su riqueza o que un informe inglés de hace diez años tumbó los tópicos sobre los beneficios de estas obras y provocó que un plan de construcción de 500 nuevas carreteras se quedara en 37. Por contra, no hay dinero para conservar adecuadamente las infraestructuras construidas. La asociación de empresas de conservación cifra esta carencia en 7.295 millones de euros. Espacios deportivos. En Madrid hay un auténtico lío para amortizar los tres grandes palacios deportivos cubiertos con que se cuenta. El club de baloncesto Estudiantes no va a ver prorrogada la utilización del pabellón Telefónica Arena (que costó unos 100 millones) porque sus gestores, Madrid Espacios y Congresos, pretenden otras ocupaciones para no perder tanto dinero. Entre las alternativas, ir a jugar al Palacio de los deportes, que a pesar de su nombre no tiene el gusto de ver jugar a ningún equipo de la capital y que está prácticamente nuevo tras las obras de remodelación posteriores a su incendio. Pero es que hay un tercero. La Caja mágica, que ha costado 175 millones de euros, y que acaba de firmar con el Real Madrid para que juegue en ella su equipo de baloncesto tras un acuerdo con el Ayuntamiento para pagar poco más de un millón de euros al año. Claro que hasta alcanzar los más de 10 millones de euros anuales de gastos de explotación, conservación y mantenimiento de la instalación, aún queda. Además, se habían iniciado las obras del estadio de atletismo de Vallehermoso con un coste de 98 millones de euros, con vistas a su candidatura olímpica. Pero el Ayuntamiento acaba de paralizar el proyecto. Madrid cuenta con el estadio olímpico de La Peineta, desde hace años con escasa actividad y que está pendiente de ser ampliado gracias a una permuta con el campo de fútbol del Atlético de Madrid. La empresa municipal Madrid Espacios y Congresos es la que gestiona tanto el Telefónica Arena como la Caja mágica, además de los recintos feriales y los palacios de congresos. Acumula una deuda de 262 millones de euros, pero aun así decidió construir un nuevo palacio de congresos junto a los nuevos rascacielos del norte de Madrid, con un gasto de 327 millones de euros. El proyecto acaba de quedar congelado hasta que mejore la situación económica. Madrid contaba ya con otros dos palacios de congresos. Pero Madrid no es la única protagonista de la inflación de canchas deportivas. Sevilla cuenta desde 1999 con un estadio olímpico que costó 130 millones de euros y que se justificó con el proyecto de que fuera usado tanto por el Sevilla como por el Betis. Ninguno lo ha hecho. Algo parecido ocurrió con el de Montjuic, en Barcelona, que tras las olimpiadas de 1992 fue utilizado por el Espanyol hasta que terminó la construcción de su nuevo estadio, en el que se gastó 65 millones. En Valencia el Nuevo Mestalla, que iba a ser uno de los mejores campos de fútbol del mundo, se encuentra paralizado a medio hacer. Costaba 250 millones de euros. Pero para inflación, la de circuitos de velocidad. Si Jerez tembló cuando la inau guración del circuito de Montmeló le arrebató el gran premio de España de Fórmula 1, no se sabe qué será del nuevo circuito de Alcañiz. En España ya se celebran pruebas del mundial de motociclismo en Jerez, Montmeló y Cheste y ahora Alcañiz ha apostado 200 millones de euros en su proyecto. Por lo pronto, le sonríe la suerte y ha conseguido colarse para celebrar otro en septiembre gracias a que ha fallado el circuito previsto para el gran premio de Hungría. Servicios públicos. En cuanto al tren, la crisis se suma a las obligaciones impuestas desde Bruselas, que a partir de julio ha revisado su doctrina sobre qué puede considerarse servicio público y, por lo tanto, puede recibir subvenciones. El cambio, previo a la definitiva liberalización de los ferrocarriles, pone en el alero una treintena de líneas en España, con un bajo nivel de ocupación. El propio ministro Blanco se pregunta si España puede permitirse una línea como la Madrid-Burgos, con una media de cuatro pasajeros diarios (ver páginas siguientes). Entretanto, el proyecto de ampliación de la estación de Atocha en Madrid costará 520 millones de euros por el afán de centralizar la alta velocidad en esta estación. Es el coste de la nueva terminal encargada a Rafael Moneo, pero el proyecto total puede ascender a 1.000 millones. Quizás la estación más famosa ha sido la de Yebes, en Guadalajara. Es la parada del AVE, en vez de la capital, que está a 11 kilómetros. Costó 10,5 millones de euros y la usan ocho viajeros diarios. A Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, la oposición le atiza recordándole lo innecesario de la mudanza del Ayuntamiento de la Casa de la Villa a Cibeles, con un coste que cifran en unos 400 millones de euros. Además, el soterramiento de la M-30 junto al Manzanares, que costó unos 3.500 millones de euros y que se ha comparado con el coste de la ampliación del canal de Panamá, ha sido decisiva para elevar la deuda municipal a 7.314 millones de euros. En este escenario de recortes presupuestarios el ministro de Fomento ha sacado a la luz que sólo 9 de los 48 aeropuertos españoles son rentables. Unos mueven 50 millones de pasajeros al año, como Barajas, pero otros, como los de Albacete o Burgos, no llegan a 20.000. Sin embargo, el que pierde más dinero es Barajas. La nueva terminal T-4 ha sido una de las obras públicas más caras. Costó 6.200 millones de euros, cinco veces más de lo previsto, aunque la obra de los arquitectos Lamela y Rogers ha sido alabada internacionalmente. Este año se prevén unas pérdidas de 597 millones de euros. Además, fue una inversión criticada por cuanto desde hace tiempo se dice que Barajas será sustituido por otro aeropuerto con menos presión urbana. El puente de La Pepa (Cádiz), que lleva el nombre popular de la Constitución de 1812, vive momentos confusos. La constructora ha parado las obras como presión a Fomento para que termine con ciertos retrasos en los pagos. El proyecto, que supone una inversión de 300 millones de euros, se convertirá en el puente más alto de Europa. Se encargó para que Cádiz contara con un tercer acceso por carretera, por lo que es capaz de soportar una intensidad de tráfico de 100.000 vehículos diarios. Cádiz tiene una población de 126.000 habitantes. La Cidade da Cultura, en Santiago de Compostela, ha vivido su penúltima polémica cuando se ha conocido que las 376 sillas de su biblioteca costarán 500 euros cada una. Pero el proyecto, que nació cuando Fraga presidía la Xunta, tiene un presupuesto que alcanza ya los 500 millones de euros. Aunque más llamativo es el precio por unidad de las nuevas papeleras de Madrid. Entre 400 y 1.166 euros cada una. Un chip incorporado informa de las incidencias de su azarosa vida. La brillante idea sale por 72 millones de euros. Con la crisis, la cascada de proyectos paralizados para recortar gastos ha sido inagotable. El Campus de la Justicia en Madrid, un proyecto de 1.000 millones de euros, de los que se llevaban gastados 100, para unificar en un solo lugar sedes judiciales, ha quedado congelado. El velódromo Palma Arena se ha visto envuelto en uno de los casos de corrupción que salpican la geografía española. Costó más de 100 millones y duplicó su presupuesto inicial. Sin embargo, la Unión Ciclista Internacional no ha homologado la pista. La plataforma Ciudad Compacta critica en Zaragoza los proyectos de su ayuntamiento o del Gobierno aragonés, como los 400 millones de euros para la nueva estación invernal de Castanesa que, en su opinión, deberían destinarse a otras prioridades. Además, el consorcio que planea el proyecto tiene ya una deuda de 100 millones de euros. Pero la capital aragonesa fue también la sede de la última Expo, que costó 700 millones. Los edificios, que debían ser usados tras el fin de la muestra, siguen vacíos. También queda el teleférico, que pierde 1,8 millones de euros al año. Con una capacidad de 2.600 personas por hora, tiene entre 60 y 150 clientes diarios. El Fórum de Barcelona, que costó 2.190 millones, transmite una sensación similar. Otra plataforma en Sevilla clama contra los 400 millones que se gastarán en la construcción de un rascacielos de 178 metros de altura. Además, la oposición del PP ha criticado al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, por la rehabilitación del palacio de San Telmo, sede de la presidencia andaluza, que ha costado unos 60 millones de euros, en un momento que el PP considera inapropiado.
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